De un municipio de 25 habitantes al mundo

Etiqueta: repoblación

Pau desarrolla apps médicas desde Ciruelos

Llevaba un tiempo queriendo dejar atrás Barcelona y desde hace dos meses lo ha conseguido. Este ingeniero informático de 33 años no sólo se ha convertido en el habitante más joven del pueblo, sino también en el primer teletrabajador. Cultiva su propio huerto. Sale con la bici al finalizar su jornada laboral. Y apenas tiene que dar unos pasos para recibir al panadero o el carnicero. Aquel Pau que veraneaba en Ciruelos jamás imaginó que terminaría instalándose en la casa de sus abuelos. «Aquí estoy, tan feliz».

¿Qué te ha llevado a cambiar Barcelona por Ciruelos de Cervera?

Mi idea era irme de Barcelona porque mi trabajo de informático es relativamente fácil de realizar desde casa. Desde hace un tiempo quería mudarme a un pueblo, allí en Cataluña. Es la manera que me gusta de vivir, tener mi casa, mi huerto… Aún no me podía ir por temas económicos, además del confinamiento. Esto, sumado a que se vendió el piso en el que estaba en Barcelona, me hizo ver que la mejor alternativa era instalarme en Ciruelos, ya que tenía la casa familiar. Y aquí estoy, tan feliz.

Llevas dos meses…

Sé que quizá no me quede aquí toda mi vida, pero hasta el año que viene por lo menos estaré en Ciruelos.

¿Tomaste la decisión antes de la pandemia?

Sí, lo tenía pensado desde antes. Alguna vez también había pensado venir aquí una temporada, pero nunca se había dado esta circunstancia. La pandemia ha ayudado a tomar esta decisión.

¿Te ha costado encontrar un trabajo que te permita trabajar a distancia?

Como informático, no. No he buscado un trabajo para hacer teletrabajo, es el trabajo que ya tenía, sólo que por la pandemia a todo el mundo nos han mandado a trabajar desde casa. Les dije que me iba a ir al pueblo a vivir y como ya llevaba un año y pico teletrabajando, no me han puesto problemas en venirme de Barcelona a Burgos.

¿Tienes buena conexión?

Relativamente. Digamos que aquí puedo trabajar. Lo que pasa es que para hacer ciertas cosas tardo bastante más. Uso la red de datos de móvil. Todo va por datos de móvil. Puedo trabajar, quizá para ver Netflix voy más justo.

¿A qué te dedicas?

Desarrollo aplicaciones médicas y también me ha tocado todo el tema del coronavirus. Hago portales para que médicos y clientes puedan entrar y colgar pruebas de pacientes, informarles y hacer un diagnóstico online de radiología, oftalmología, dermatología, cardiología… Ahora con el tema del covid también hemos hecho otra plataforma que es sólo para pacientes del coronavirus, se hacen pcr, test serológicos… Desarrollo estas aplicaciones para que la gente de la propia empresa las utilice. Es un sector muy muy en auge. De hecho, mi empresa, Atrys, ha crecido muchísimo en los últimos años.

Por la tarde cojo la bici y en minuto estoy en pleno campo, viendo animales

Cuando eras pequeño y veraneabas aquí, ¿alguna vez te hubieses imaginado estar hoy desarrollando apps desde Ciruelos?

Qué va, nunca. Tampoco lo del pueblo lo veía muy claro. En verano se está muy bien, pero ¿y en octubre o en febrero? Aquí lo pasábamos muy bien durante el verano, todo eran fiestas y diversión, pero tampoco me veía yo aquí sin amigos. Ya de más mayor, más independiente, es algo que me gusta. Me voy con la bici solo, me hago mis planes… Estoy bien aquí.

¿Qué te aporta Ciruelos?

Muchas cosas buenas. El hecho de conocer el pueblo, que puedo contar con la gente que conozco, puedo contar con la familia que está cerca, el hecho de tener una casa, conocer todo lo que hay alrededor… Lo siento como mi casa. Igual yo ahora me voy de alquiler y para sentir como tuya esa casa tardas un tiempo. Aquí lo siento como mío. El cambio de Barcelona al pueblo ha sido muy fácil, lo siento como mi segunda casa.

Con 33 años, ¿estás redescubriendo el pueblo?

Sí, el hecho de vivir en Ciruelos te hace conocer más cosas. Descubro la gente que vive aquí, me busco mis lugares para conocer…

Que el carnicero y el panadero lleguen hasta la puerta de casa es otra de las ventajas…

Y no sólo eso. También es la calidad que te traen. En la gran ciudad, a saber de dónde viene la carne que compras. Aquí sé que el carnicero seguramente conozca directamente al ganadero. Es producto de primera calidad y, además, te llega a casa.

¿Cómo ha cambiado tu día a día?

En Barcelona, trabajaba durante el día (eso no ha cambiado nada porque estoy encerrado en una habitación con el ordenador) y cuando acababa de trabajar, me busco planes como ir al gimnasio, salir de tiendas, tomar algo con los amigos… Aquí trabajo lo mismo, pero por la tarde cojo la bici y en minuto estoy en pleno campo, viendo animales y cosas que gente de la ciudad igual no ha visto en su vida. Eso me ha cambiado mucho y a mejor porque a mí es lo que me gusta. También me busco otro tipo de planes. Los fines de semana me voy a hacer brasa (barbacoa). También estoy haciendo mi propio huerto, lo que supone bastante trabajo. Es algo que al final se agradece en verano cuando ves que todo ese trabajo te lo puedes comer.

¿Es la primera vez que cultivas tu propio huerto?

Desde cero sí. Tengo ayuda de mi tío, que me va dando indicaciones.

¿Echas algo de menos de Barcelona?

Quizá la comodidad de encontrar las cosas. Se me ha dado el caso de que me falta algo en casa y ahí tienes que pensar en coger el coche para ir hasta Aranda. También el hecho de salir a tomar unas cervezas. Aquí al final soy el único de la cuadrilla que estoy.

Eres el más joven del pueblo…

Puede ser que sí.

Y el primer teletrabajador de la historia de Ciruelos, ¿animarías a más jóvenes a que sigan tus pasos?

Si tienen la posibilidad y a la empresa no le importa en qué lugar del mundo estén, yo sí lo recomendaría. No tiene porqué ser permanentemente, incluso se lo pueden plantear por temporadas. Siempre te puedes venir el medio año que hace buen tiempo. O venirte un par de meses, un poco para catar lo que es la vida rural. Sí que lo recomendaría.

¿Regresarás a la oficina?

No, no. Para ocasiones esporádicas, sí, tipo una reunión muy vez en cuando y ver a los compañeros. Pero para el día a día no. Si me fuerzan a cambiar este estilo de vida, dejo el trabajo antes que volver.

¿Te ves en Ciruelos durante mucho tiempo?

Como mínimo principios del año que viene. Creo que la pandemia no acabará rápido y seguiremos con restricciones. A saber qué puede venir. Me dejo de margen todo este año. El futuro no lo sé, las cosas pueden cambiar mucho.

Alejandra, la veterinaria que recorre toda la provincia de Burgos con su furgoneta

Al final, la felicidad residía en algo tan sencillo como cuatro ruedas y un motor. Al menos la de Alejandra Plazio. Después de muchos años trabajando ‘encerrada’ en clínicas veterinarias, decidió poner en marcha su propio proyecto profesional: Go Vet, un servicio a domicilio con el que va de pueblo en pueblo. Y lo hace equipada con todos los aparatos necesarios para realizar desde las pruebas diagnósticas más sencillas hasta cirugías más complicadas. Todo para facilitar el bienestar y la comodidad tanto de los animales como de sus dueños. En su equipaje también hay hueco para una gran sonrisa, la de alguien que ha encontrado su sitio en el medio rural. 

Dicen que la felicidad no es un lugar, sino un camino. Alejandra Plazio ha elegido una furgoneta para transitarlo. En su caso, el periplo tiene un carácter eminentemente rural porque, tal como reconoce esta joven veterinaria de 33 años, ha encontrado su sitio recorriendo cada uno de los pueblos de la provincia de Burgos. Y lo hace para atender a todo tipo de animales a domicilio.

Después de muchos años trabajando en distintas clínicas veterinarias, decidió cambiar de rumbo. Se sentía encerrada entre cuatro paredes cuando ella se había decantado por estudiar esta carrera para estar en el campo. El coronavirus le acabó de dar el último empujón. Tras un par de meses en ERTE, en mayo se quedó sin trabajo. Los meses siguientes fueron de «mucho estudio», de reciclarse, de ponerse al día… y de que la idea que tenía en mente desde hace bastante tiempo, terminara de germinar.

«Necesitaba crear algo, encontrar mi sitio», cuenta Alejandra. Ese algo y ese sitio responden a dos palabras: Go Vet, un servicio veterinario a domicilio que nace de la unión de dar respuesta a unas necesidades personales y vocacionales, y también por las ganas de facilitar los servicios veterinarios a quienes tienen animales.

«Me di cuenta de que en algunas circunstancias, ir al veterinario es un trastorno. Trasladarse a una clínica supone subir al coche al animal. Los gatos, por ejemplo, lo pasan muy mal saliendo de casa. Los perros a veces se marean y vomitan, van llorando todo el camino… A ello se suma que las clínicas en Burgos tampoco están en calles donde se pueda aparcar fácilmente», relata, sin olvidarse del tiempo de espera, ahora convertido «en calle de espera» por la covid. Así pues, un elemento, más otro, más el anterior llevaron a Alejandra a apostar por su propio proyecto profesional.

Aunque apenas lleva unos meses circulando con su furgoneta, desde octubre, no puede estar más contenta. «Hay que ser valiente. Veo a mucha gente en mi profesión que se tiran buena parte de su vida amargados por no ser un poco más valientes. No quiero hacerme rica con el trabajo, quiero vivir feliz», subraya Plazio, madrileña de nacimiento pero burgalesa de corazón. De hecho, se trasladó a Burgos con siete años ya que a sus padres les destinaron por trabajo y asegura que no lo cambiaría «ni por todo el oro del mundo». También ha vivido en Palencia, Córdoba y León.

Entonces, ¿cómo funciona Go Vet? Basta con una llamada, un correo o un mensaje por redes sociales. Alejandra se desplaza allí donde la llamen. Por ahora, está trabajando mucho en el Alfoz y también se ha trasladado a localidades como Castrojeriz, Pampliega o Pradoluengo. Con todo el equipamiento que lleva en su furgoneta, puede hacer «prácticamente cualquier tratamiento que se realiza en una clínica estándar: desde procedimientos sencillos como vacunas, desparasitaciones o revisiones. También pruebas diagnósticas, como radiografías, ecografías, analíticas de sangre, orina y heces».

«No quiero hacerme rica con el trabajo, quiero ser feliz»

Pero no sólo eso. Cuenta con un oftalmoscopio para poder «hacer un buen examen de las estructuras oculares y del conducto auditivo». Y sí, en la furgoneta también realiza cirugías. De momento, poco invasivas. No obstante, está a la espera del equipo anestésico para hacer otras algo más largas en la unidad móvil.

Como ella misma recalca, todos estos tratamientos se pueden llevar a cabo dentro de los domicilios ya que los aparatos son portátiles y la sonda, por ejemplo, dispone de su propia batería. «Si vas a vacunar a un gato, lo que quiero es que esté en su casa y se sienta cómodo», dice. Si se dan circunstancias especiales o el cliente prefiere que no entre en su casa, entonces opta por la unidad móvil.

Alejandra reconoce que le costó «mucho» encontrar un vehículo que se ajustara a su presupuesto y que no fuera demasiado antiguo. Después, modificó los muebles de almacenaje, hizo la instalación eléctrica para todos sus aparatos de laboratorio, diseñó una mesa de acero inoxidable a medida e instaló una placa solar «para que aguante todo el gasto que se necesita cuando está todo arrancado». «Me lo he inventado. Todo está diseñado a mi medida y mi gusto», aplaude.

Entre una explicación y otra, Plazio recibe la llamada de un cliente. Se trata de un señor de Tomillares. Va en silla de ruedas y tiene a su perro, un pastor alemán, enfermo. Alejandra le hace todo tipo de preguntas. Y, sobre todo, le escucha y le calma. «No me importa estar hablando una hora con un señor para que me cuente sus preocupaciones», admite. A fin de cuentas, Go Vet es más que un servicio veterinario al uso. Le permite un trato mucho más cercano, más personal. Conoce al animal, al dueño, las circunstancias que les rodean… «Eso me nutre», remata con una sonrisa que no le cabe en la boca.

En esta línea, aprovecha para desterrar los estereotipos que aún hoy pesan sobre el medio rural. «Muchas personas creen que los animales en los pueblos están desatendidos o que sus dueños no quieren gastarse el dinero en ellos. Hay una imagen muy equivocada», advierte, para añadir: «Tú les proponer ir y cuidarlos y están encantados. La gente de los pueblos sí se preocupa por los animales y si se tienen que gastar el dinero lo hacen, ya no te digo si son animales para el trabajo. Lo que pasa es que hasta ahora para encontrar a alguien que los atendiera era complicado o imposible en muchos casos». De ahí el porqué de su negocio. De ahí su pasión por lo rural. Pero, sobre todo, de ese camino hacia el bienestar: «Muchos días vuelvo a casa a las 11 de la noche cansada. Pero nunca había sido tan feliz en el trabajo».

 

Ricardo, un pastor de 33 años vocacional

Toca la trompeta, forma parte de una batucada, le encanta viajar y explorar, es un apasionado de los animales… y un soñador. Aspira a montar su propia granja escuela y, por qué no, una quesería. También es el único ganadero en 50 kilómetros a la redonda. Vive en Belbimbre porque le gusta, por orgullo familiar, por apego a sus raíces y porque ejerce un oficio en el que “todo son ventajas”: recuerda que las ovejas limpian el campo, impidiendo los incendios, y lo abonan, producen leche y de ahí un sinfín de derivados. Pero no sólo eso: su profesión le permite un aprendizaje continuo. No hay límites, ni tampoco está dispuesto a estancarse. Eso no va con él.

– ¿De dónde te viene la vena ganadera?

Mis padres desde siempre me llevaban a la nave. Además, desde pequeño he tenido un don para cuidar y tratar a los animales. Casi todo ganadero lleva un recuento de cada oveja, sus producciones, prolificidad… Y yo tengo esa facilidad de conocer a todas las ovejas. De hecho, puedo hablar cinco minutos de cada una. Mi meta es mantener el rebaño, ir seleccionando, mejorando, vivir mejor, sobre todo tener más tiempo, e incluso hacer una granja escuela y dar a conocer de dónde vienen los productos. Este verano habrán pasado por la explotación más de 100 personas para ver a los animales.

– ¿Crees que se está olvidando lo más básico? Cuando nosotros éramos pequeños sabíamos perfectamente de dónde venían los huevos, por ejemplo.

Lo que ha pasado es que los niños ahora viven en la ciudad. Vienen al pueblo y ven a los animales desde el coche, a lo lejos, no los tocan. Es totalmente diferente. De hecho, te voy a contar una anécdota que me marcó. Las ovejas están identificadas todas mediante dos métodos: con un microchip que llevan en el estómago y un crotal en la oreja. Pues vino una niña y me dice: “¿Qué es eso que lleva esa oveja en la oreja? ¿El precio?”. Me marcó.

– ¿Cuántos animales tenéis en la explotación?

Incontables. Ovejas, cabras, burros, caballos, cerdos vietnamitas, ocas, faisanes, patos, perros, gatos, palomas… Ovejas alrededor de 600 madres, más luego cuando nacen los corderitos, que en cada lote rondan entre 300 y 400. Vamos que en época de paridera se duplican los animales.

– ¿Cuál es para ti el más inteligente?

Cada uno es inteligente a su manera. Ninguno es igual. Cada perro tiene su perronalidad. De hecho, el perro es nuestra arma de trabajo más valiosa. Solo con la mirada ya te guías. La oveja, sin embargo, es el animal más tonto que existe. Las cabras también son bastante inteligentes, pero para mí el perro y el caballo.

Lo suyo sería cerrar el ciclo creando nuestra propia quesería

– ¿Cómo es tu día a día en Belbimbre?

Tranquilo, sin estrés, pero sin parar. Depende mucho de la época. Al fin y al cabo, en este oficio teniendo personal para trabajar y haciendo cada tarea entre varias personas se lleva bien. No madrugo mucho, me levanto sobre las 9 y voy a la nave. Pero mi madre a las 7 ya va a ordeñar. Lo primero que se hace es el ordeño. Suelo sacar a los animales al campo hasta la 1 del mediodía. A las 3 y media se vuelve a ordeñar hasta las 5 y media y de ahí hasta las 9 se sale de nuevo con el rebaño.

Por cierto, el rebaño está dividido ahora en dos subrrebaños: producción de ordeño y luego las gestantes, que las lleva el otro pastor. Es un calendario marcado. Mañana viene la veterinaria a hacer ecografías porque ya quedan dos meses para que tengan el cordero. La madre tiene que descansar dos meses antes de tener la cría para que esté en buenas condiciones. Ahora, en octubre, es el ciclo natural de todos los rumiantes. Si no, en julio y en marzo tenemos que programar el rebaño para provocarles el celo. El rebaño se divide en dos lotes para buscar el precio del lechazo y poder ordeñar todo el año. Entonces se va jugando con esos lotes y se programan para que no se junte en una época muchísima producción y en otra nada.

 

– ¿Qué hacéis con la leche?

Formamos parte de la cooperativa Quesos Cerrato de Baltanás (Agropal), allí lo elaboran y hacen quesos, cuajadas y otros productos. Lo suyo sería cerrar el ciclo creando nuestra propia quesería, pero de momento es un marrón. Por decirlo rápido, el lechazo es para cubrir las necesidades básicas de la madre y la rentabilidad que nos queda a nosotros es la leche.

– ¿Cómo os ha influido la pandemia en vuestro trabajo?

Somos los menos perjudicados. Podemos salir al campo sin ninguna restricción y con la mayor normalidad del mundo. Te afecta de cara a los veterinarios y algunas gestiones. Y, aparte, que costó dar salida a los corderos en marzo y abril por el confinamiento.

– Tengo entendido que pastoreas con una yegua…

Dado que tengo los animales, qué mejor que sacarles un partido. Llego a hacer una media de 23-24 kilómetros diarios. Teniendo la posibilidad de ir a caballo, para qué ir andando.

– ¿También les tocas la trompeta a los animales?

Todavía no. La trompeta requiere una resistencia brutal, que se gana tocándola todos los días. Llevármela todo el día a cuestas para solo practicar 20 minutos no me merece la pena. Pero bueno, llegará el momento.

– Aparte de la trompeta y los animales, ¿qué otras cosas te gusta hacer?

Tocar en una batucada, viajar, la naturaleza, conocer, explorar… Soy muy activo.

Estoy en Belbimbre por vocación y también por orgullo porque toda mi familia han sido ganaderos

– ¿Cómo es la vida en Belbimbre? ¿Qué servicios tenéis y cuáles os hacen falta?

Los pocos servicios que había los están quitando. Por ejemplo, las consultas médicas. Había dos a la semana y desde la pandemia se han eliminado. Nos toca ir al consultorio de Pampliega. El panadero viene todos los días. Al carnicero le puedes llamar y te lo trae. Una ventaja es que conoces a la gente y nos hacemos favores mutuamente. También hay una asociación con máquinas expendedoras y hace poco una señora decidió montar una casa rural y en verano puso un chiringuito de helados.

– En tus 33 años, ¿siempre has vivido en Belbimbre?

Menos dos de Erasmus en Palencia. Al instituto iba a Burgos y el resto he estado aquí.

 – ¿Te ves fuera de de tu pueblo?

En un principio no. Este año vamos a hacer la incorporación al sector como sociedad limitada. Y, claro, para pedir las ayudas uno de los requisitos es mantener el negocio cinco años. Mi objetivo es tener más tiempo libre y organizar la empresa como una compañía normal y corriente con tu mes de vacaciones, tus extras y demás.

– ¿Crees que los jóvenes rurales recibís las ayudas que necesitáis o echáis en falta más apoyo? ¿Te sientes respaldado o es por pura vocación?

Estoy por vocación, porque me gusta, también por orgullo porque toda mi familia han sido ganaderos, por todo el trabajo que han metido mis padres en la explotación. Además, que yo no podría estar en una oficina ni en una fábrica como un robot. Cada vez empiezo a valorar más que lo que tenemos. Trabajar en esto es un privilegio. A 50 kilómetros a la redonda no se ha quedado nadie con la ganadería, nada más que yo.

Sí se han quedado muchos agricultores, pero vamos que demasiadas subvenciones cobran. De hecho, muchos trabajan en la ciudad y van el fin de semana para hacer el campo. Veo excesivo que se esté regalando el dinero a esta gente. Luego, además, hay mucha vagancia. Veo una comodidad, que la gente no cultiva para sacar beneficio, sino para obtener la PAC. La PAC esté con nosotros. Se está ayudando y compensando a no cultivar, pero dónde se ha visto que den subvenciones por dejar una tierra de barbecho. Es una cosa muy extraña.

Eso sí, si a alguien le gusta el oficio de ganadero y quiere montar una explotación y tiene que empezar de cero es imposible. Aparte de que no venden nada, muchas veces se duplica el coste.

 

– ¿Alguna vez te has sentido juzgado por ser joven y vivir en un pueblo?

Sí, me han llamado peina ovejas, pastorón… Una de las ventajas que tiene este oficio es que pasas mucho tiempo en el campo solo y, a veces, te vuelves un poco psicoanalista. Yo pienso que los ganaderos estamos hechos de otra pasta, aunque sea a base de palos. Pero vamos, por uno me entra y por otro me sale. La gente que habla del vecino es porque no tiene vida propia.

Mis padres empezaron con muy poquitas ovejas. Antes se ocuparon de los animales de los ricos

– ¿Qué has aprendido hasta ahora?

Todos los días se aprende algo, especialmente a interpretar la naturaleza: no todas las plantas son hierba, muchas son comestibles y cada una sirve para una cosa. Es un aprendizaje continuo.

– ¿Qué te gustaría aprender? ¿Qué metas te pones?

Esto va paso a paso. Sin aturullarme, me gustaría mantener el rebaño, dedicarme a provocar los celos y manejar el calendario, además de montar una granja escuela. Si va bien, una quesería. Si eso va bien, a por otra cosa. No hay límites. No te estancas, este oficio te permite un aprendizaje constante.

– ¿Cómo ha cambiado la explotación desde que lo montaron tus padres hasta ahora?

Mis padres empezaron con muy poquitas ovejas. Antes ellos se ocupaban de las ovejas de los ricos. Pero después se plantaron. Tenían alquilados distintos corrales hasta que decidieron hacer la nave en nuestra propia finca. Comenzaron con 100 ovejas que les dejó mi abuelo de herencia de raza churra, que se destina a la producción de carne. Pero eso ya ha quedado obsoleto. O cambiabas o te comía el mercado. Así que decidimos meter otra raza y conseguir el híbrido: madre churra y carnero Assaf (proveniente de Marruecos). Sacas una oveja que tiene los mejores genes de ambas razas: la producción lechera del padre Assaf y la rusticidad de la madre churra.

Ahora tenemos ganas de crecer porque una de las ventajas de la zona es que no hay ganadería y nos dan la posibilidad de aprovecharnos de arrendar los pastos de los pueblos circundantes. Nos gustaría ampliar y crear más empleo.

En Pampliega nos han dado la ventaja de que, si llevamos las ovejas, nos dejarían los pastos gratis. Quieren que vaya el ganado porque limpia el terreno, impide que haya incendios… Es de los pocos oficios que es todo ventajas: producción de leche, transformación del pasto en productos alimenticios, limpian el campo y lo abonan. La única desventaja es que emiten metano a la atmósfera.

Suena la alarma del móvil, son las cinco de la tarde. ¡Toca volver a la nave!

Esther, la peluquera rural que va de casa en casa

La necesidad agudiza el ingenio. Resulta que en muchos pueblos no hay autobús. Resulta que muchos mayores ya no disponen de coche propio para desplazarse y dependen de sus familiares para las tareas cotidianas. Hijos que, por otra parte, han tenido que emigrar a grandes ciudades. Pero resulta también que hay personas dispuestas a inyectar ilusión en el medio rural. Una de ellas es Esther, quien desde hace cinco años se ha echado a la carretera con su peluquería ambulante. Recorre numerosos pueblos de Burgos y si algo tiene claro es que este modo de vida “es una maravilla”.

Dicen que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Algo así es lo que ha hecho Esther. Esta peluquera de Tardajos (Burgos), consciente de que cada vez la gente de los pueblos tiene más problemas para desplazarse -ya sea por la falta de transporte público o por su avanzada edad-, decidió ir ella misma por las casas. Vamos, que si una persona no puede acudir a la peluquería, no hay excusas: Esther va a su domicilio. Y, así, todos contentos. Lo que en el lenguaje moderno se llama un ‘win-win’.

Ya lleva cinco años recorriendo buena parte de la geografía burgalesa con su furgoneta monovolumen en la que hace auténticas virguerías para encajar todos los artilugios: la caja de los tintes por aquí, los maletines de ruedas cubiertos de purpurina y repletos de peines por allá, que si la plancha de alisar, que si las toallas, que si los productos de maquillaje… ¡Ah! Y hasta una cafetera. No se le escapa ningún detalle.

A Mahamud, por ejemplo, acude un día a la semana. Lucinia y Pili son clientas habituales de Esther. La primera tiene 92 años. Cuenta que el próximo 14 de febrero sumará una vela más y que, aunque ella es de Revenga de Muñó, vive en este pueblo de la comarca del Arlanza, con unos 70 habitantes, desde que se casó hace 69 años. Recuerda que cuando llegó con 23 años, el municipio rondaba las 600 personas y que no había ni casas para comprar porque todas estaban ocupadas.

Ahora, además de peluquería, en Mahamud cuentan con servicio de pescadería, panadería, carnicería o farmacia. “Estamos todos servidos a la puerta de casa, estamos como queremos. Sólo nos hace falta dinero”, bromea Lucinia. Todos llegan sobre ruedas. Salvo el médico, que “desde que empezó esta peste dejó de venir”, dice. El que también acude todos los domingos, para alivio de estas vecinas, es el cura.

Mientras Esther termina de peinar a Pili, Lucinia le espera en el local que el ayuntamiento cede para tal uso. Tiene una memoria privilegiada. Lamenta que el coronavirus les haya ‘robado’ las tardes de partida de cartas en el centro de jubilados. Eso sí, aún hoy los hombres juegan por una parte y las mujeres por otra. “No podemos guardar la distancia, así que nada”, se resigna. Entre tanto, Pili ya está lista y ambas se despiden para dar un paseo a su perrita hasta el 8 de octubre, su próxima cita para acicalarse.

“Que venga la peluquera a casa es el mayor privilegio que podemos tener”

Esther valora que estas mujeres le enseñan a ver la vida de otra manera: “Me educan, me inculcan lo que es el respeto”. Ella se siente una privilegiada, dice que su trabajo de peluquera ambulante es “una gozada” y que no volvería a la ciudad para trabajar. Lo dice con conocimiento de causa. Empezó trabajando en Burgos. Después se mudó a Logroño. Y cuatro años después volvió a la capital burgalesa. Siempre entre rulos, tintes y moldeados.

Un tiempo después, montó su propia peluquería en un área de servicio en Villodrigo. Sí, al lado de una gasolinera. Fueron 13 años que dieron para mucho, especialmente porque Esther conoció a «gente maravillosa» de muchos países. Los vínculos son tales que aún hoy sigue cortando el pelo a algún camionero de los que entonces paraban en Villodrigo. Y ella encantada: lo mismo saca las tijeras en el aparcamiento de un hotel que en un restaurante de la A-1. Podría decirse que ha peinado a toda la gente de la zona.

Ya ha desinfectado el asiento cuando entra un hombre de mediana edad con cierta prisa por el trabajo. Se llama Alfredo y es ganadero. “Córtamelo como siempre”, le dice a Esther. La sintonía es total. Y el rato de ir a la peluquería se convierte en algo más que el simple hecho de peinarse o cambiar de look. Son clientes muy fieles. Y Esther les premia: cada uno lleva una tarjeta en la que además de apuntarles el día y la hora -solo trabaja con cita previa-, les pone unos sellos, de forma que cuando consiguen el décimo tienen un tratamiento gratis. “Es un detalle que me gusta tener”, dice. Tampoco les cobra el desplazamiento.

Una vez termina en Mahamud, pone rumbo a Pampliega, a unos 11 kilómetros. En este caso, tiene cita con Puri en su casa. A Esther también la pueden encontrar en Villasilos, Pedrosa del Príncipe o Tardajos. Va por toda la zona. De camino, siempre con el pinganillo bluetooth en la oreja, le llama otra clienta para ver qué día le puede teñir el pelo. No para ni un minuto. Se ríe, lo disfruta, dice que este trabajo es “una puta maravilla”.

Una energía que Esther contagia a quienes se ponen en sus manos. “Que venga la peluquera a casa es el mayor privilegio que podemos tener”, relata Puri, mientras espera a que el tinte le haga efecto. Al principio, le pedía a Esther que le cortara el pelo exactamente igual que lo llevaba. Ahora ya le deja hacer lo que quiera. “Alargo el tinte todo lo que puedo para que me lo haga ella. De hecho, en Madrid me preguntan quién me ha cortado el pelo. Yo la recomiendo a todas mis amigas”, dice la mujer, que hizo numerosos anuncios para televisión y que ahora pasa entre cuatro y cinco meses en Pampliega y el resto del año en Madrid. No puede estar más contenta con Esther: “Es maja, no te engaña, usa productos buenos y está al tanto de las tendencias. Chapó”.

Pocas personas como ella saben exprimir mejor el tiempo. Cuando aparca la furgoneta, le gusta tocar en una batucada, es voluntaria en un comedor social y está involucrada en la directiva de dos asociaciones, una en Burgos y otra en Tardajos. Ya lo dice el lema que guía su peluquería ambulante: “Tú mism@”.

 

Mario, el fotógrafo argentino que ha echado raíces en Gumiel de Izán

Llegó a la Ribera del Duero casi por casualidad. Se enamoró del lugar y decidió aparcar su carrera como analista de sistemas para apostarlo todo por su pasión: la fotografía. No fue el único cambio: aterrizó en un municipio de 550 habitantes en pleno corazón de Burgos procedente de una megaurbe como Buenos Aires, con más de 17 millones. Desde entonces han pasado casi 20 años y Mario Pascucci sigue ‘encuadrando’ todo cuanto sucede a su alrededor con la misma curiosidad del primer día. Está convencido de que el arte de fotografiar puede ser un buen aliado para la repoblación. Al fin y al cabo, las imágenes viajan, se regalan, despiertan interés y animan a mucha gente a descubrir la belleza que hay en el medio rural.

Puedes escuchar el podcast en iTunes, Spotify, Google Podcasts o iVoox

¿Qué tal, Mario? Como se suele decir, ¿qué hace un tipo como tú en un sitio como este?

Es una historia un poco larga. Vine a la Ribera del Duero en el año 2003 por un proyecto en una empresa de aquí. A su vez, desde siempre me había dedicado a la fotografía como afición. Una vez terminado ese proyecto, empecé a hacer lo que me gustaba, que era trabajar con fotografías y decidí volcarme en ello en Aranda.

¿Cuántos años llevas en España?

Ya son 17. Estuve dos años en Aranda, hasta el 2005, y después me mudé a Gumiel de Izán.

¿Por qué Gumiel?

En ese momento, me gustaba mucho la tranquilidad de los pueblos de la Ribera. Vengo de una ciudad muy grande como Buenos Aires, entonces los pueblos nos parecen lugares idílicos. Ese fue un motivo. Y el otro motivo era económico. Comprar algo en un pueblo era más barato que en Aranda. Elegí Gumiel porque me gustó desde que lo vi y está cerca de Aranda.

¿Cómo fue la acogida? ¿Qué recuerdos guardas?

Bueno, fue particular. Hubo mucha gente que conocí apenas llegué al pueblo y tuve una muy buena acogida. Otra gente se sorprendió, parecía que venía como una invasión de otro planeta, especialmente cuando les contaba que quería hacer un proyecto de fotografía o algo cultural. En general, tuve buena acogida. Es un lugar muy bonito para estar.

No suele ser habitual que nadie, sea de donde sea, monte algo cultural en un pueblo…

La mayoría se centra en las ciudades, piensan que es más fácil. Pero yo creo que es al revés. En los lugares donde menos cosas puede haber es más fácil llegar y hacer algo. No hay tanta gente que hace lo mismo que uno. Para mi gusto fue acertado.

¿Cómo surgió tu pasión por la fotografía?

Desde chico me gustó siempre mucho la fotografía. Mi padre, cuanto terminé la escuela primaria, me regaló una cámara de carrete y empecé a hacer mis fotografías. Como me gustaba viajar, hacía bastantes fotografías en los viajes y después me armaba libros con las fotos. La primera vez que vine a Europa, en 1985, me compré una cámara mejor y empecé a hacer más fotos. Tuve una afición más fuerte y una revista de Argentina vio esas fotos de Grecia y publicó toda una serie de mis fotografías. Ahí empezó un poco el camino. Participé en muchos concursos hasta que hice la carrera de fotografía en el Fotoclub Buenos Aires. Ahí estuve estudiando cuatro años. Al mismo tiempo trabajaba en informática como analista de sistemas. De hecho, por eso vine a Aranda.

La fotografía redescubrió para muchos lugares que no se conocían

Siempre una mente inquieta.

Siempre, toda la vida.

¿Cuántos países has recorrido con la cámara?

Muchos, la verdad es que muchos. Tuve la suerte por mi trabajo de viajar mucho y por afición también recorrí India, Tailandia, Rusia, Cuba, casi toda América Latina, el norte de África y de Europa visité casi todos los países. Y siempre sacando fotos. Cuando volvía a Argentina esas imágenes se ofrecían a revistas, concursos, hice exposiciones… Era muy difícil vivir de la fotografía. Entonces uno tenía que tener otro trabajo. Hasta que vine a Aranda de Duero y lo intenté.

¿Lo apostaste todo a la fotografía?

Sí. Es duro porque cuando uno trabaja por su cuenta está las 24 horas del día pensando cómo cubrir gastos. Pero también es divertido y hacer lo que a uno le gusta es lo más importante en la vida.

De todos los países que conoces, ¿cuál es el que más te ha impactado?

Son muchos. Para vivir me encantó siempre España. Tuve la suerte de venir y quedarme aquí. Me gusta por todo. Después un país que me impactó mucho fue India, es como un mundo aparte, muy fotográfico. También me gustan Perú y Brasil, que tienen mucho encanto. Pero el que más me impactó fue India.

En Gumiel creaste tu propio taller, En-Cuadra. ¿Qué historia hay detrás?

Cuando vine a Aranda y decidí dedicarme a la fotografía, el primer proyecto que hice fue un libro de fotografías a color, que coincidió con la compra de mi primera cámara digital en 2003. Me di cuenta de que en Aranda no había ningún libro de fotografías a color. Me puse a trabajar en él y una vez terminado -se vendieron unos 4.000 ejemplares-, empecé a dar cursos en Aranda. Armé un taller, que fue muy aceptado. De ahí salieron muy buenos amigos. Ese primer taller lo hice en Caja de Burgos. Luego, una vez mudado a Gumiel, lo daba en la cuadra de la casa que compré. La restauré toda y ahí empezamos a hacer talleres y cursos.

Con todos los amigos que fueron participando en el taller nació la idea de formar un grupo llamado ‘En-Cuadra’ por lo de encuadrar con la cámara y también por estar en la cuadra. Montamos una asociación cultural más amplia. No me gusta quedarme en una sola cosa. Empecé a llevar fotografías a eventos culturales y así fue como nació la Asociación En-Cuadra en 2009.

A día de hoy, ¿qué proyectos habéis realizado?

Uno de los más importantes fue la feria Arte Aranda, que duró unos seis años. Se dejó de hacer por unas cuestiones que nunca entendimos muy bien. También logramos tener un espacio en Aranda, que es donde damos cursos, hay un estudio de fotografía, una sala con bibliografía, materiales para enmarcar… Ahora ya estamos trabajando para el año que viene: seguiremos haciendo talleres en Aranda, salidas fotográficas y un encuentro cultural en Gumiel durante seis o siete viernes de verano con artistas de todos los lados, algunos de Argentina. En el mismo encuentro se hacen exposiciones de fotos, alguna actividad solidaria…

Creo que cada pueblo debería tener un buen libro de fotografías

¿Cuántos alumnos ya han pasado por tu taller?

Son más de 1.000 personas. También he dado talleres en algunos pueblos de la Ribera. Desde 2013 también me voy un periodo a Buenos Aires para dar cursos.

¿Qué te sigue inspirando después de tantos años?

Me inspiran las novedades. Eso sí, uno tiene periodos. Por ejemplo, a mí esta cuarentena no me inspiró mucho. Me inspira mucho viajar, conocer culturas nuevas… es lo que más me inspira a la hora de hacer trabajos fotográficos. Puede ser un pueblito nuevo de por aquí cerca.

Hablando de pueblos, ¿qué municipio de la Ribera recomendarías para hacer fotos?

Vamos mucho a Peñaranda de Duero o a Peñafiel, son dos pueblos muy fotográficos. La propia Aranda tiene rincones muy bonitos. También Gumiel, Silos, Covarrubias… En Soria, El Burgo de Osma. En Segovia, Maderuelo, Pedraza, Sepúlveda… Estamos rodeados de lugares preciosos.

Como fotógrafo, ¿qué luz dirías que tiene Buenos Aires y qué luz tiene Gumiel?

Buenos Aires tiene una luz más bien gris, de melancolía, nostalgia… Y Gumiel tiene una luz más cálida, con atardeceres más limpios.

A nivel personal, ¿qué te da Gumiel que no te ofrezca Buenos Aires?

No existe el lugar perfecto en el mundo. No lo hay, al menos en mi opinión. Gumiel tiene mucha tranquilidad, mucha paz, tiene luz, tiene aire y la posibilidad de estacionar el coche donde quieras sin problema. Tiene lo básico como para estar bien: farmacia, carnicería, banco, dos tiendas… En cambio, Buenos Aires tiene toda la vida cultural, movimiento… Tiene lo bueno, pero de eso a veces uno se cansa.

Como decíamos antes, Mario es autor del libro de fotografías ‘Aranda de Duero, hoy y siempre’. ¿Cómo crees que ha cambiado Aranda desde que llegaste hasta ahora? ¿Cómo lo ves desde tu objetivo?

Creo que ha cambiado para peor. Algunas cosas no: han puesto algunos parques y ciertas cosas más modernas, pero todo con un estilo que no respeta las tradiciones y la arquitectura. Igualmente, creo que Aranda mantiene la cosa de la tranquilidad que tienen los pueblos. Es una ciudad con todo en la que se puede caminar tranquilo, un lugar con buena movida por las noches… Pero creo que siempre los lugares cambian y, a veces, no se respeta mucho lo tradicional. Un ejemplo de esto es cómo era antes la plaza con su fuente. Ahora con tanto cemento no me gusta.

Después de este libro publicaste otro, que es una colección de postales también de Aranda.

Lo publiqué paralelamente. Es una colección de 36 postales en una caja de madera. Se trata de una selección de fotos del libro, que gustó mucho. No eran postales muy vendibles, sino en papel más fotográfico. Tuvieron su encanto.

Has hecho muchas exposiciones a lo largo de tu carrera. ¿De qué tema te gustaría que fuese la próxima?

Elegiría, hoy por hoy, algo sobre África. Otro tema que me gustaría abarcar son las migraciones. En cualquier caso, temas más sociales.

Hay que recordar que ya hiciste una exposición sobre el pueblo sahararui.

Sí, también hice un libro. Fue una muy buena experiencia. Tiene que ver mucho con lo social. Estuve en los campamentos de refugiados en 2005 y marcó un antes y un después en mi vida. Realmente es una experiencia que te hace un clic en la cabeza.

Habría que apreciar todo un poco más, especialmente las tradiciones

¿Dónde puede encontrar la gente tus fotografías?

Tengo Facebook e Instagram, y también en la web www.mariopascucci.com. Ahí está subido todo mi trabajo.

Como habitante rural y buen conocedor del territorio de la Ribera del Duero, ¿qué crees que haría falta para que no se vaya más gente y atraer talento?

Creo que hay que apoyar las iniciativas culturales. A los pueblos les faltan incentivos a la cultura. Con cultura no me refiero a las fiestas, eso es una cosa que está muy bien. Pero yo me refiero a llevar y apoyar proyectos culturales. Hay mucho por hacer, pero todo está ligado con presupuestos económicos y políticos que apuesten o no por determinadas cosas.

Tenemos mucha manía de medir todo únicamente en base al beneficio económico…

Mucha, a pesar de que hay cosas en las que el beneficio no se ve. Después también está la lucha contra la nueva forma de vida en la que la gente tiende a aglutinarse en las ciudades. Tiene que haber una política más por arriba que dé oportunidades a la gente de ir a los pueblos.

Y que nosotros mismos cambiemos de mentalidad.

Claro. En mi caso tenía mis dudas. Muchos me decían que por qué no me iba a Madrid o Barcelona. Pero eso era perderse en una multitud y por ello elegí irme a un pueblo. A raíz de la cuarentena, ha quedado demostrado que los pueblos son un buen lugar para vivir para todos aquellos que pueden teletrabajar. Sin embargo, eso tiene que ir ligado con incentivos para las personas. Una de las cosas negativas es la falta de transporte. Muchos pueblos apenas tienen un autobús a la semana.

¿Crees que la fotografía puede ser un buen aliado para fomentar la repoblación?

Sí, completamente. Lo ha sido bastante en el último tiempo, sobre todo, desde que nacieron las cámaras digitales y las redes sociales. La fotografía redescubrió para muchos lugares que no se conocían. Hoy por hoy todo es imagen y la imagen puede transportarte a cualquier lugar. Es la manera de que la gente se pueda animar a descubrir la belleza de muchos pueblos. De hecho, creo que cada pueblo debería tener un buen libro de fotografías, algo que hice hace dos años en Gumiel de Izán, lo que fue muy apreciado por el pueblo. Ese libro viaja, lo regalan, la gente ve lo lindo…

Ya para acabar Mario, ¿qué deseo pedirías para los pueblos?

Vuelvo a insistir: me gustaría que se apoye más la cultura en los pueblos, que la gente descubra y valore las historias, que están en las piedras, en las ventanas… A veces se tira todo abajo y se hace nuevo. La gente destruye mucho, quizá por no saber valorarlo. Habría que apreciar todo un poco más, especialmente las tradiciones. Trato de llevarlo a través de la imagen para que se valore.

Pilar o cómo revitalizar Tubilla a través del arte

¿Puede la pintura convertirse en un motor que reactive el mundo rural? Desde luego así lo creen en Tubilla del Lago, un pueblo de Burgos en el que casi casi cualquier recoveco tiene premio en forma de obra de arte callejera. Lo que antes eran fachadas desconchadas y con grietas, ahora son murales, incluido el más largo de toda Castilla y León. Hay dibujos dedicados a la mujer rural, otros al agua e, incluso, a juegos como los tres navíos en un mar. Todos pintados por sus propios habitantes. En esta Semana Santa atípica, con toda España confinada en casa, visitar Tubilla -virtualmente- es una magnífica opción. Pilar Manso, una de las impulsoras de la iniciativa y autora de dos murales, será nuestra guía.

Puedes escuchar el podcast en iTunes, Spotify, Google Podcasts o iVoox


– ¿Cómo comenzó la idea de los murales? ¿De dónde surgió?

Surgió con tres objetivos principales. En primer lugar, embellecer el pueblo, que falta nos hacía. En segundo lugar, como Tubilla tiene mucha gente que pinta, muchos artistas, queríamos poner en valor a los artistas locales. Y, por último, atraer turismo.

– ¿O sea que estamos en un pueblo de pintores? ¿Va en vuestra genética?

Yo creo que es cosa del agua. Tubilla tiene mucha agua y para mí que es el agua lo que hace que haya tantos artistas. Tenemos mucho pintor y mucho aficionado.

– ¿Cuántos murales hay ahora en Tubilla?

Tenemos 26, de distintas dimensiones. Tenemos la suerte de contar con el mural más grande de Castilla y León, que tiene 318 metros cuadrados, pintados por una sola persona, Porrilló. Luego tenemos otros que son puertas pequeñas pintadas. Todos tienen un valor importante. Hay cabida para todo. Viene gente que le encanta los murales vistosos y otros que se identifican con los más pequeños. Están pintados por 12 personas diferentes con estilos distintos. Queremos que el visitante se sienta identificado con alguno de ellos.– Todos están hechos por gente de Tubilla, con lo cual es un producto genuino tubillano 100%.

Sí, sí, esto es autóctono. Todos son gente de Tubilla, que o bien viven aquí o están muy relacionados. Es todo gente del pueblo. Es de toda la gente del pueblo. Este verano hicimos un muralito en la piscina en el que participaron todos los niños. Queremos que sea de toda la gente que ha pintado y de toda la gente del pueblo.

– ¿Cuál es la pintura que más suele impactar a los visitantes?

Tenemos uno de un águila que impacta mucho, sobre todo, a los niños el de Porrilló del agua también gusta mucho. El del pastor también. Luego hay uno, de una abuela, que a mí me gusta mucho. En ese mural, cuando hago visitas guiadas, la gente mayor interactúa mucho. Todos son bonitos. El de la alegría es ya el eslogan de Tubilla. Personalmente, el de los girasoles me encanta.– Pilar, ¿cuáles llevan tu firma?

El de la mujer rural, que lo hice con mi hermana, porque me parecía un tema muy importante. Y también el de la música. Cuando hicimos los murales, acordamos una serie de temas, pero cada uno podía elegir lo que quisiera. En las rutas explicamos su significado, porqué se ha hecho así… No es lo mismo que una persona venga sola y los vea a que participe en una de las visitas.

– Por cierto, ¿qué hay que hacer para realizar la ruta de los murales?

Tienen que entrar en la página web de la ADRI (riberadeldueroburgalesa.com) y luego en el apartado de turismo, el proyecto se llama ‘Te enseño mi pueblo’. Hay muchas rutas en unos 14 pueblos. Cada pueblo tiene cosas muy bonitas que merece la pena descubrir y que, además, te lo cuenta gente del pueblo con un cariño especial.– ¿El proyecto de los murales va a seguir creciendo?

Queremos seguir. Es un proyecto muy bonito, que ha gustado mucho. Es una suerte que tengamos tanta gente que quiere pintar. Hay que seguir haciéndolo, hay que seguir embelleciendo. Yo cada día veo más puertas y paredes que están pidiendo a gritos que les pintemos. Tenemos en mente varios proyectos: que todos los veranos tengamos una actividad en común para que todo el mundo participe y sientan suyos los murales. Este año me gustaría hacer uno con el tema de la violencia de género.

– ¿Los vecinos os ceden las puertas o fachadas con gusto?

 Sí, sí. Pedimos permiso y les damos un papel desde el ayuntamiento para que lo firmen. Igual haces algo que no les gusta y lo quieren borrar. No hemos tenido ningún problema con nadie. Tenemos que seguir haciendo más y vamos a ir buscando los sitios más emblemáticos del pueblo. En esta primera fase hemos escogido todos los barrios del pueblo. Así hemos conseguido que la gente se mueva por todo el pueblo y poner en valor todos los rinconcitos.

– ¿Cuánta gente os ha visitado ya?

Creo que unas 700 personas a través del programa de la ADRI, pero por su cuenta viene mucha más gente. El primer día que vi a unos japoneses viendo los murales aluciné. Cuando veo a gente intento darles unos folletos informativos, por si quieren volver y hacer una visita guiada.– Así que en Tubilla estáis plenamente convencidos de que el arte puede ser una buena herramienta para repoblar.

Todo ayuda. El arte mueve a mucha gente. De hecho, muchas personas se han ido maravilladas por la calidad que tienen los murales. Tengo otro proyecto en mente que me encantaría hacer: la casa del arte, un espacio donde tengamos un salón para obras de teatro y distintas salas para desarrollar distintas disciplinas dentro del arte. Hay muchos artesanos sin un lugar donde trabajar. Es un proyecto en pañales, pero ojalá lo consigamos. Que vengan alfareros, fotógrafos, escultores… Es importante que haya un sitio donde se concentren, puedan trabajar, exponer sus obras… Quiero que Tubilla sea un referente del arte dentro de la Ribera.

– ¿Qué haría falta?

Apoyo económico, sobre todo. Ideas tenemos muchas. A ver si se puede conseguir una subvención de la Junta y si no un crowdfunding. Va a ser un sitio para todos. Para el usuario que venga y pueda ver una exposición y para el artista que tenga un lugar donde desarrollarse. Se trata de atraer gente. Por ejemplo, dar becas para que alguna persona pueda trabajar unos meses. Van a dar vida al pueblo. Y si es gente joven, les gusta y se pueden quedar, ya sería la bomba.

– El arte de Pilar no acaba en los murales. También es la creadora de Artencuero. ¿En qué consiste y qué actividades realizáis en tu taller?

Es mi tallercito artesano. Me fui a estudiar decoración a la Escuela de Artes de Burgos porque quería hacer diseño de interiores, pero había que elegir distintos talleres y escogí cuero y talla de madera y me gustó tanto el cuero… Ha sido algo casual. Ha sido un material que me ha atraído siempre, pero no pensaba que iba a tener mi propio taller.

Empecé en un sótano en la casa de mi madre y yendo a muchas ferias de artesanía. Ahora ya tengo un espacio grande. Era un corral de ovejas que restauré. También trabajé en un palomar, pero para dar cursos se me quedaba pequeño. El de ahora es un taller bien hermoso, una gozada. Yo me dedico a hacer encargos y doy clases. Es una forma de dinamizar la zona, sobre todo, en invierno. Esta es una disculpa perfecta. Hacemos clase un día a la semana, la gente sale, se relaciona… Viene gente del pueblo y de alrededores. Es una forma de juntarte.

– Es más que un taller…

Es el taller en sí, pero también un punto de encuentro.

– ¿Qué hacéis en él?

Mochilas, bolsos, cinturones, carpetas, cabeceros de cama… Se puede hacer de todo. Cada uno se puede complicar lo que quiera. Lo más bonito es la ilusión que traen. Cada uno hace sus propios diseños y todo se cose a mano, artesanalmente. Hay que estar activos y hacer cosas por los pueblos, si no nadie va a venir a hacerlas.

– Las luchas empiezan por uno mismo.

 Si esperamos que vengan desde la Junta o Diputación, o cualquier político a solucionarnos el problema, vamos mal. Se les llena la boca a la hora de las elecciones con que hay que repoblar el medio rural, pero luego no hacen nada. La lucha la tenemos que hacer nosotros. Es difícil, pero se puede conseguir. Lo único imposible que hay en esta vida es lo que no se intenta. Me gustaría que hubiera más jóvenes, un poco más de vida. Sales al bar y no hay gente. Deberían subvencionarlos, no es justo que paguen los mismos impuestos que en una ciudad. Luego los políticos no valoran nada. No se mojan. Tenían que venir a un pueblo y estar un día, ya no digo una semana, para ver los problemas que tenemos.

Uno de los problemas que tenemos en Tubilla es la falta de cobertura. Nos estamos juntando los pueblos de la zona, porque un pueblo puede hacer presión, pero cuatro o cinco más, sobre todo, para conseguir esa cobertura de internet digna. Nos tienen que dar más capacidad. Aunque seamos pocos, también tenemos derechos. Esta -la comunicación- es la primera herramienta para poder repoblar. Me gusta más hablar de repoblación que de despoblación. La despoblación ya la tenemos y ahora nos toca repoblar. Si hay alguien que nos quiere ayudar sería estupendo.

Hay mucha gente que está cansada de la vida en una ciudad. En un pueblo estás en contacto con la naturaleza. Es otro tipo de vida. Aquí tenemos calidad de vida. En un pueblo se puede vivir mejor que bien.

Vivir donde quieres y trabajar en lo que te gusta no está pagado con dinero

– De hecho, Pilar, tú misma hace unos años tuviste que elegir entre quedarte en el pueblo o irte a Valladolid y decidiste seguir en Tubilla.

 Sí, porque la empresa en la que trabajaba mi marido cerró y se fue a Valladolid. Valoramos irnos. Pero si nos íbamos, me llevaba a mis dos hijos y se cerraba la escuela del pueblo. Esto nos daba mucha pena. Tuvimos un tira y afloja. Lo que la razón y el corazón te dicen y al final pudo el corazón y nos quedamos.

Él hace un esfuerzo bestial porque va desde el pueblo hasta Boecillo para trabajar. Cuando las cosas se sienten, merece la pena. Lo peor es que después nos cerraron la escuela. Para mí un pueblo sin escuela es como un jardín sin flores, pero mientras tengamos niños, las flores están ahí… Hay esperanza. En la actualidad hay cuatro niños viviendo en el pueblo. El fin de semana hay más.

– ¿Cómo es un día a día en Tubilla? ¿Cuánta gente vivís y qué servicios tenéis?

Hay 164 empadronados. Viviendo todo el año somos unas 120 personas. Tenemos la suerte de tener panadería, por lo que podemos comer pan reciente todos los días del año. Contamos con una tienda pequeñita, bares, un circuito de velocidad con un restaurante, tenemos una bodega, un taller de remolques, otra industria de madera, una industria familiar de miel, casas rurales y albergue. Tenemos de todo. Es un pueblo muy pequeño, pero hay mucha gente emprendedora.– ¿Te sientes una privilegiada por vivir y trabajar donde quieres?

Sí, es un lujo. Vivir donde quieres y trabajar en lo que te gusta no está pagado con dinero. Estoy con mi taller que me encanta y con la casa rural, a través de la que conozco a mucha gente. Si estás donde quieres estar y en el trabajo que te gusta no das el 100%, das el 200%. Somos muchos los que peleamos por los pueblos y lo tenemos que conseguir. Ojalá vengan muchos más para darle vida. Entre todos se pueden conseguir muchas cosas.

¿Qué proponen PSOE, PP, C’s y Podemos para luchar contra la despoblación?

Tanto hablar, tanto hablar… Pero, ¿se habló algo de la despoblación en el debate a cinco de las elecciones que se celebrarán el 10 de noviembre? Muy poco, prácticamente nada. Y eso que duró casi tres horas. Y eso, también, que la despoblación es uno de los problemas más graves que afectan en estos momentos a TODA España.

Pixabay: Daniel_Nebreda

El presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, fue el que más referencias hizo tanto a la despoblación como al reto demográfico en el debate electoral. En el bloque dedicado a la cohesión territorial, dijo que su compromiso “es luchar contra la despoblación y por el reto demográfico”.

Después, el candidato socialista anunció que si gana y gobierna creará un Ministerio específico que trabajará por la repoblación y el reto demográfico. Ojalá que dicho Ministerio tenga su sede en Soria, en Burgos o Zamora (sólo por citar algunas ideas) y no en Madrid, lo que sería el colmo. No cito únicamente provincias de Castilla y León por casualidad. Esta es la comunidad autónoma más afectada por la despoblación: entre los años 2007 y 2017, perdió 102.606 habitantes.

Dado que ayer todos los candidatos prefirieron dedicar el tiempo de su debate a otros asuntos, aquí recojo las medidas que plantean para combatir la despoblación en sus programas electorales:

– ¿Cómo pretende el PSOE luchar por la repoblación?

El Partido Socialista tiene un apartado dedicado al reto demográfico. Estas son sus medidas:

1.- Aprobaremos la Estrategia frente al Reto Demográfico, acorde con las directrices ya adoptadas, incluyendo la previsión de un mecanismo rural de garantía, conforme a la recomendación de la Declaración de Cork 2.0. e integrando la perspectiva de género.

Mi análisis: la aprobación de dicha estrategia no depende única y exclusivamente de que el PSOE gobierne. La cosa es más complicada. Una vez en La Moncloa, las directrices del reto demográfico se remitirán a las comunidades autónomas, ciudades con estatuto de autonomía y representantes de las entidades locales para su discusión junto con sus propias propuestas con la meta de presentar la estrategia en la próxima Conferencia de Presidentes. Así que, una vez más, toca esperar para ver si las medidas se aplicarán o quedarán como ya es habitual sobre un papel que lo aguanta todo. Habrá que ver cómo se desgranan, qué presupuestos se asignan y cómo influirán transversalmente en las políticas sanitarias o educativas, entre otras.

2.- Fomentaremos una política de infraestructuras mallar y no radial, dirigida a promover la conexión interterritorial, aumentando la inversión en cercanías ferroviarias y culminando los corredores mediterráneo y atlántico, incluida la prevista conexión cantábrico-mediterráneo.

 3.- Impulsaremos un plan de inversiones en nuestras infraestructuras ferroviarias con parámetros de calidad, sostenibilidad y justicia territorial. Disponer de un transporte ferroviario de calidad no solamente cohesiona nuestro país y facilita la movilidad de las personas, sino que, además, ayuda a reducir las emisiones. Es necesario incrementar la frecuencia de los servicios existentes de corta y media distancia.

 4.- Todas las poblaciones contarán con un servicio público de transporte que las comunique diariamente con la cabecera de comarca, así como con un servicio de atención sanitaria a domicilio, cuando no exista un centro local de salud.

Mi análisis: esta es una medida realmente interesante… y bastante difícil de aplicar. En mi pueblo, Ciruelos de Cervera, no hay centro local de salud y el médico sólo pasa consulta una vez a la semana, los viernes. En invierno, si nieva, ni siquiera acude. Por lo que, con suerte, visita el pueblo dos veces al mes. El servicio de atención sanitaria a domicilio sería lo lógico, pero teniendo en cuenta que cada vez hay menos profesionales sanitarios dispuestos a trabajar en el medio rural, ¿cómo se va a conseguir esta medida? Faltan datos.

Por otro lado, son muchos los pueblos por lo que no pasa un autobús ni para ir a la cabecera de comarca ni a ningún otro sitio. Esto no es algo que suceda ahora, sino que ya son años y años. Así pues, plantear un servicio público de transporte diario, aunque ideal, suena un tanto ficticio. Demasiado olor a promesa.

5.- Conectividad digital en todo el territorio nacional, reforzando el despliegue de banda ancha para que el 100% de la población tenga asegurada el acceso a una conexión de calidad.

Mi análisis: tocará realizar un sprint porque a 1 de julio de 2018, sólo el 48% de las localidades con menos de 5.000 habitantes tenían banda ancha de 30 Mbps. Esto, por mucho que lo prometa el PSOE o el partido que sea, es por encima de todo un compromiso adquirido en la Agenda Digital Europea, que contempla que el 1 de enero de 2020 las compañías deberán cubrir con 100 Mbps el 90% de los pueblos.

6.- Crearemos las Oficinas Comarcales para la Cohesión Territorial, favoreciendo la implicación de gobiernos autónomos y locales para la prestación de los servicios básicos en el medio rural, y para impulsar dinámicas socioeconómicas que frenen la despoblación, promoviendo el emprendimiento y el trabajo autónomo, reduciendo las cargas fiscales y administrativas y aprovechando al máximo los fondos europeos disponibles, así como la formación continua, el retorno de jóvenes y la integración de inmigrantes, en las zonas más despobladas. Todo ello, teniendo en cuenta la perspectiva de género y el relevo generacional en todas las actividades económicas.

 7.- Impulsaremos la realización de un Inventario de los bienes inmuebles y rústicos en manos muertas (sin aprovechamiento económico), con el fin de dinamizar el mercado inmobiliario y de tierras y favorecer el desarrollo de nuevas actividades económicas y la fijación de población.

Mi análisis: esta es una medida más que necesaria por los problemas de acceso a la vivienda que hay en la mayoría de los pueblos. La Federación Española de Municipios y Provincias hace años que propuso lo siguiente:

1.- Líneas de subvención para adquisición y rehabilitación de viviendas que sean primeras residencias

2.- Captar viviendas vacías y gestionar bolsas de viviendas

3.- Rehabilitación de inmuebles de la bolsa pública de vivienda rural

8.- Actualizaremos y desarrollaremos la Ley 45/2007, para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural y el correspondiente Plan de Desarrollo Rural para mantener y ampliar la base económica del medio rural de manera sostenible, y su nivel de población, y para elevar el bienestar de su ciudadanía; y para conservar y recuperar su patrimonio histórico cultural y sus recursos naturales, con especial atención a las perspectivas de los más jóvenes.

 9.- Garantizaremos la seguridad en nuestros pueblos, a partir de la recuperación del número de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, perdidos durante los siete años de la Administración anterior, y se impulsará el Plan de Infraestructuras.

10.- Introduciremos criterios territoriales para reducir la desigualdad y garantizar la efectividad de los derechos de las ciudadanas y ciudadanos, sin importar el lugar en el que vivan.

– ¿Qué propone el PP para combatir la despoblación?

Si nos atenemos al debate de ayer, nada. Absolutamente nada. Pablo Casado no hizo ni una sola referencia a la despoblación. Parece que esto a él ni le va ni le viene. Se equivoca. La despoblación no es un fenómeno aislado, sino un problema que concierne a toda España. Una parte del país se vacía y otra se llena. Unas zonas agonizan y otras se saturan. Así que allá él, si no le preocupa la despoblación, quizá debería ir preocupándose por la superpoblación.

En cualquier caso, esto es lo que dice el programa del PP:

1.- Impulsaremos un Pacto de Estado contra la despoblación para abordar desde todas las instituciones este desafío. Además, mantendremos nuestro compromiso de apoyar el papel de las diputaciones como instituciones indispensables para el desarrollo de la España rural y la provisión de servicios públicos esenciales.

Mi análisis: efectivamente que es una labor de todas las instituciones, pero también del conjunto de la sociedad civil y de los ciudadanos. No se olviden de estos últimos, puesto que son los grandes conocedores del terreno.

Por otro lado, esto de la provisión de servicios públicos esenciales es como no decir nada. Lugares comunes, palabras huecas. Señores del PP, ¿podrían concretar un poco más?

 2.- Incluiremos factores como el envejecimiento o la despoblación en la ponderación para la reforma del sistema de financiación autonómica.

 3.- Aprobaremos planes de apoyo de la actividad cinegética, una actividad con alto componente medioambiental y valor económico. Seguiremos extendiendo las licencias de caza y pesca interautonómicas.

 4.- Impulsaremos el Programa de Extensión de Banda Ancha y el Plan 300×100 para la conectividad total con alta velocidad de todos los núcleos de población de la España rural.

Mi análisis: me remito a lo anteriormente expuesto. Menos promesas y más cumplir con los compromisos adquiridos.

5.- Elaboraremos un Plan por la Sanidad y la Escuela Rural para atraer a profesionales con unas condiciones especiales que incentiven su permanencia y arraigo, y que garantice el acceso a servicios de calidad en el medio rural, poniendo especial énfasis en las infraestructuras y recursos educativos y sanitarios, sociales y de atención a la dependencia.

Mi análisis: nuevamente paja. El PP no concreta nada, ni tampoco esboza cómo ni de qué manera pretende mejorar la sanidad o la escuela rural.

 6.- Estableceremos nuevas líneas de ayuda en los planes de Vivienda para favorecer el acceso a la vivienda y el establecimiento de nuevos vecinos en las zonas rurales con escasa población. Incluiremos entre ellas ayudas adicionales a la rehabilitación para los propietarios que ofrezcan su vivienda al mercado de alquiler.

Mi análisis: ¿Nuevas líneas de ayuda? ¿Había alguna antes?

– ¿Cuáles son las medidas de Ciudadanos para el medio rural?

Albert Rivera se limitó en el debate a señalar que la despoblación es uno de los grandes problemas que tiene España. Por eso, en Castilla y León, que ha perdido más de 100.000 habitantes en la última década, Ciudadanos pactó con el PP, en el poder desde hace más de 25 años. El mismo PP que impulsó la Agenda para la Población que ha cosechado un fracaso estrepitoso con más de 10 años consecutivos de descenso poblacional.

“La desigualdad más grande de hoy es vivir en un pueblo o una ciudad. Porque no tienes pediatra, no tienes una parada de autobús. Propongo un pacto contra la despoblación”, dijo Rivera, prometiendo una tarifa plana de 30 euros a los autónomos que trabajen en el campo.

Dos matices señor Rivera:

1.- En los pueblos sí tenemos paradas de autobús, lo que no tenemos son autobuses.

2.- Esto del pacto contra la despoblación no se lo adjudique como idea original. Las plataformas sociales lo exigen desde hace mucho tiempo. Hable, por ejemplo, con Soria ¡Ya! o Teruel Existe.

Aquí las promesas que recoge el programa electoral de Ciudadanos:

1.- Llenar la ‘España vaciada’ de oportunidades de futuro.

Apoyaremos el emprendimiento en el mundo rural: los autónomos que se den de alta en municipios de menos de 5.000 habitantes tendrán derecho una cuota superreducida de 30 € durante 2 años. 

Bajaremos los impuestos a las personas que vivan y a las empresas que operen en municipios en riesgo de despoblación para fijar población y generar oportunidades con las que devolver la vida a nuestros pueblos. Fomentaremos la repoblación y dinamización económica de nuestros municipios en riesgo de despoblación, con la aplicación permanente de los siguientes incentivos:

  • Una deducción en el IRPF de hasta el 60%sobre las rentas generadas en municipios en riesgo de despoblación.
  • Una bonificación en el Impuesto de Sociedades de hasta el 60%.
  • Una bonificación en el ITP/AJD de hasta el 50%sobre las transmisiones de inmuebles y terrenos sitos en municipios en riesgo de despoblación, así como en los derechos (hipotecas, arrendamientos, etc.) que se constituyan sobre ellos.
  • Una bonificación en la cotización a la Seguridad Social de hasta el 40%.

Pondremos en marcha un Plan de Choque para eliminar la Brecha Digital en el medio rural que afecta a casi el 20% de la población española y acabaremos con la exclusión digital en nuestro país. 

Cero impuestos para garantizar el relevo generacional en explotaciones agrarias y mantener su actividad tras la jubilación de su titular. 

Mi análisis: ¿bajar impuestos es lo único que necesita el medio rural para atraer población? ¿Nada más? ¿Y en serio que se podrían bajar todos esos impuestos y en la medida que dicen? Mmm, demasiado electoralista. No sé por qué me da que el 11 de noviembre (en caso de ganar) no se expresarían en los mismos términos.

– ¿Qué propone Podemos para luchar contra la despoblación?

Pablo Iglesias fue el primero de todos en hablar del medio rural en el debate a cinco. Lo hizo en el bloque de cohesión territorial criticando que este tema se limite a Cataluña: “Mucha gente que nos está viendo y que vive en el medio rural sabe lo que significa no tener asistencia médica, y lo que significa no tener carreteras, ni trenes o un cuartel de la Guardia Civil. Y saben lo que significa no tener acceso a los servicios públicos y eso también es un problema territorial de España”. Una primera declaración de intenciones que se quedó ahí. En las tres horas posteriores de debate, ni una palabra más sobre la España interior.

No obstante, estas son las medidas de Podemos, algunas similares a las que propone el PSOE en su estrategia nacional para el reto demográfico:

1.- Plan Nacional de Desarrollo Rural. Al tomarlo como una cues­tión de Estado, activaremos un plan para revitalizar la estruc­tura social y económica del mundo rural mediante el impulso de las infraestructuras regionales, la localización prioritaria de los proyectos productivos señalados en los tres horizontes y la previsión de líneas de financiación prioritarias para estos y otros sectores, como el sector agrario sostenible, la ganade­ría extensiva y la pesca artesanal y de bajo impacto.

2.- Ofreceremos acceso prioritario a la tierra para la juventud, en coordinación con los bancos de tierras existentes, e implementaremos pla­nes especiales de empleo en zonas que, fruto de la discrimi­nación histórica, cuenten con una situación excepcional de baja tasa de empleo y especial afectación por el vaciamiento poblacional.

Mi análisis: hace falta y mucho meter mano al acceso a tierras por parte de los jóvenes. Ahora bien, ¿cómo se traduce ese acceso prioritario?

3.- Paquete de servicios básicos. Garantizaremos que todas las poblaciones puedan contar con los siguientes servicios: ser­vicio de transporte adecuado que comunique diariamente a demanda con la cabecera de comarca -estableceremos las obligaciones de servicio público adecuadas para asegurar el acceso a servicios de movilidad dignos, con independencia del lugar de residencia-; atención sanitaria a domicilio de calidad, si no es posible tener un centro de salud; atención in­mediata de una patrulla de la Guardia Civil en un máximo de 15 minutos; reparto habitual de suministros básicos cuando no sea posible disponer de una tienda de ultramarinos, para lo cual se establecerán líneas de ayudas públicas; al menos un cajero automático dentro de un radio de 20 kilómetros, financiado a través de un canon al sector bancario para la inclusión financiera y gestionado por Bankia; y centros cul­turales ciudadanos al menos en cada cabecera de comarca, así como una oferta cultural descentralizada en colaboración con las Administraciones competentes.

Mi análisis: me remito a lo explicado en el apartado del PSOE respecto a la atención sanitaria a domicilio y al transporte diario. Me temo que falta algo de contacto con el terreno… Creo que estas propuestas suenan muy bien, pero a cualquier habitante del mundo rural se le escapará una pequeña carcajada cuando las lea. Lo mismo sucede con los bancos. Aquí os dejo lo que sucede en el mío: https://www.historiasdepueblo.es/mi-pueblo-tampoco-tiene-banco-ni-cajero-automatico/

¡Y qué decir de la Guardia Civil! Recibir atención en 15 minutos como máximo, no es por ser agorera, pero dista bastante de la realidad… Insisto: falta pisar el terreno y empaparse bien de lo que sucede. No todo vale por mucho que estemos en campaña.

4.- Plan 8131: todos nuestros pueblos conectados a internet en una legislatura. Acceso a internet de banda ancha a un míni­mo de 30 Mbps y con un mínimo de 3G para cualquier núcleo habitado a un precio asequible, al que contribuirán las gran­des empresas del sector mediante un canon.

Mi análisis: esto ya debería ser una realidad.

5.- La España vaciada, primero. La manera más eficaz de reducir la desigualdad es implementar medidas de discriminación po­sitiva. En particular, le daremos la vuelta a la discriminación a través de un plan de choque para acelerar la equiparación de derechos y servicios, y para cerrar la brecha territorial.

Mi análisis: totalmente de acuerdo con una discriminación positiva. El medio rural lleva décadas sufriendo muchas discriminaciones. En un foro al que acudí recientemente, uno de los asistentes dijo que paga 120 euros por tener wifi (y no todos los días le funciona), mientras que en la ciudad se pagan alrededor de 50 euros. ¿Por qué se paga más dinero en los pueblos que en las ciudades por los mismos servicios?

6.- Cuan­do deban implementarse en distintas fases los principales avances del país -como la garantía de ingresos, la prestación por cuidado de niños y niñas o el Plan de Rehabilitación de Vivienda-, priorizaremos el mundo rural y descentralizaremos las inversiones, en particular, las del horizonte verde.

7.- Por otra parte, crearemos el marco para reducir a la mitad el IBI de las poblaciones con menos de 5.000 habitantes, compensando a los municipios por el descenso en la recaudación, y crearemos un fondo para luchar contra la despoblación en las comar­cas más vulnerables, con una dotación inicial de 500 millones anuales del Estado, que se complementará con el presupuesto europeo derivado del Programa Marco de Desarrollo Sosteni­ble del Medio Rural, que impulsaremos en la Unión Europea con un horizonte de 5 años.

8.- Superación del actual marco institucional de las Diputacio­nes Provinciales. Iniciaremos un debate de Estado para ac­tualizar la organización municipal, con las premisas de ir más allá de la estructura arcaica de las Diputaciones Provinciales y de generar instituciones capaces de frenar la fragmenta­ción y el debilitamiento de unos municipios que son cada vez más pequeños, así como de poder gestionar de manera de­mocrática un aumento de los servicios comunes, por ejem­plo, a través de las instituciones comarcales. Un primer paso consistirá en la implementación inmediata de la Ley 45/2007, para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, para estudiar, al mismo tiempo, vías de mejora y superación de este marco.

Mi análisis: es cierto que hay numerosas duplicidades en el marco institucional. No obstante, me pregunto si eliminar las Diputaciones es lo mejor para el medio rural teniendo en cuenta que suelen ser las instituciones más cercanas a los pueblos (aparte del ayuntamiento, por supuesto). En el caso de una comunidad tan grande como Castilla y León, creo que una medida así complicaría aún más determinados trámites a quienes viven en el medio rural.

9.- Impulso a la financiación municipal mediante la articulación del criterio poblacional, junto a otros criterios, con el objetivo de ce­rrar la brecha territorial y la incorporación de fondos de com­pensación del valor forestal que aumenten la contribución del conjunto del país al sostenimiento de los bienes comunes ligados al mundo rural.

Mi análisis: está claro que la despoblación, más que el criterio poblacional, debería tenerse en cuenta a la hora de articular muchas medidas. No todo debería estar condicionado al número de personas que un municipio tenga censadas.

10.- Reformar el sistema de financiación autonómica para hacerlo más justo y que exista un suelo de ingresos efectivos para fi­nanciar servicios públicos dignos en toda España. El nuevo sis­tema de financiación autonómica se diseñará en diálogo con todas las comunidades autónomas, de manera vinculada a una reforma fiscal y a la solución del problema de las deudas.

Un último apunte: no se olviden de que todo esto no son más que promesas. Y si de algo está harta la España interior es de promesas electorales que una vez pasados los comicios caen en saco roto. Esta vez debería ser distinto. No tenemos más tiempo que perder. Se necesita voluntad política. Señores candidatos, créanselo: la despoblación es un problema muy grave. ¡Manos a la obra!

Sí, madrileño, tú también deberías participar en la Revuelta de la España Vaciada

¿Vives en Madrid? ¿Tal vez en Barcelona? Seguro que últimamente has oído hablar de la despoblación del mundo rural. Es probable que te dé pena que se muera tu pueblo. Al fin y al cabo, allí pasaste muchos veranos cuando eras un niño. Después llegará la resignación. Qué se le va a hacer, te dirás a ti mismo. Total, allí no hay futuro. Pensarás que eso de la despoblación a ti ni te va ni te viene, que para eso vives en una ciudad. Te equivocas. Todos, urbanitas y rurales, de Galicia o Aragón, de Castilla y León o Andalucía, estamos llamados a participar en la Revuelta de la España Vaciada. Nos va el futuro en ello.

¿Vives en España? Si es así, este domingo tienes una cita en Madrid. Será a partir de las 12 de la mañana. En la Plaza de Colón. ¿Con quién? ¿Para qué? Con el presente y futuro de nuestro país. Puede sonar rimbombante, pero es la realidad. La Revuelta de la España Vaciada nos implica a todos. No importa si resides en el campo o en una ciudad. Tampoco si eres burgalés, valenciano o madrileño. La despoblación no entiende de excepciones. Es un problema que afecta a todo el territorio español.

Sí, a todo. La despoblación concierne a España como país. Una parte se vacía y la otra se satura. Ahí está el agujero negro de Madrid que todo lo engulle y el desierto que cada día que pasa se cobra un pedazo de territorio en Castilla y León y Aragón.

Zonas desiertas y envejecidas frente a ciudades superpobladas donde surgen tensiones de todo tipo. Quien viva en Madrid sabe, o mejor dicho sufre, unos precios de infarto por alquilar un mini apartamento en la periferia. Pequeño, no más de 40 metros cuadrados, caro (mínimo 700 euros) y casi con total probabilidad a una hora del trabajo. Porque el transporte es otro problema. Y ligado a él, la contaminación, además del estrés y la ansiedad.

La receta para el desastre.

Es fundamental apostar por mensajes que refuercen el éxito de vivir en el mundo rural

Bastan dos datos. El primero: desde el año 2000 hasta el 2017, la Comunidad de Madrid sumó 1,3 millones de habitantes. Sólo la capital aumentó su población en 300.121 personas, el equivalente a la ciudad de Valladolid. El segundo: en el lado opuesto se sitúa Castilla y León. Entre 2007 y 2017 perdió 102.606 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística. La población cayó en todas las provincias castellanoleonesas. Las previsiones del INE para los próximos 15 años son para echarse a temblar. Se estima que Castilla y León podría perder otros 210.143 habitantes, más de los que tiene censados en estos momentos la provincia de Zamora.

Así que, madrileño, barcelonés, bilbaíno o sevillano, no pienses que por vivir en una ciudad no te afecta la despoblación. No pienses que la despoblación es cosa de cuatro pueblos. De cuatro hippies que se resisten a dejar su pueblo.

Cuidado. Si no salvamos los pueblos, tampoco se van a salvar las ciudades ni el medioambiente. Todo va unido. Las ciudades no pueden vivir sin el campo y viceversa. Porque el mundo rural es mucho más que unos pueblos. Es todo un modo de vida, una cultura, son los responsables de la custodia del territorio, de que los bosques se mantengan y no se propaguen los incendios. Si se pierden esas raíces, perdemos nuestra identidad, nuestra base de futuro. La despoblación de las zonas rurales nos empobrece como país.

En la actualidad, el 90% de la población española vive en apenas el 30% del territorio. Visto de otra manera: el 10% de los habitantes de España reside en nada más y nada menos que el 70% del territorio. Insostenible. Por eso todos estamos llamados a empujar. Porque todos navegamos en el mismo barco.

Soria Ya! y Teruel Existe llevan muchos años haciéndolo. Reclamando igualdad de oportunidades. Desarrollo para todos, no sólo para unos pocos. España se juega su futuro. A no ser que el futuro que queramos para nuestros hijos es convertir Madrid en México DF.

Quizá el primer paso es luchar contra el desprestigio que se ha instalado en muchas mentalidades. A partir de los años 50 parecía que el que se quedaba en los pueblos era el paleto, el fracasado. Todavía arrastramos esa situación. La gente prefiere (mal)vivir en Madrid con un sueldo de 800 euros que irse a un pueblo en el que podría vivir de maravilla. Por eso, la comunicación es clave.

Su papel es decisivo para superar el lenguaje del desprecio y la losa del fracaso ligados al campo desde hace lustros. Vivir en los pueblos debería empezar a verse como algo positivo, como una oportunidad de crecimiento personal y profesional para miles de personas que viven en zonas masificadas y carentes de valores como la calidad de vida, la cercanía, las relaciones interpersonales, la biodiversidad, espacios más saludables donde todo está más cerca y donde los atascos casi no existen.

Para ello, es fundamental apostar por mensajes que refuercen el éxito de vivir en el mundo rural. Sin crear falsas expectativas, sin idealizar. Se pueden poblar adaptándolos a los nuevos modos de vida, con nuevas tecnologías y nuevas comunicaciones. El teletrabajo es la gran esperanza.

Revertir el proceso de despoblación implica, en primer lugar, hablar bien de nosotros mismos, derribar estereotipos y poner en valor los aspectos positivos de la España interior. No está vacía (la han vaciado). Está llena de riquezas. Por todo esto, el #31MsíVOY.

Funciona con WordPress & Tema de Anders Norén