La piedra, cerca del Prado de Berros, es una de las más destacadas del entorno y se ubica junto a un arroyo desde el que hace 2.500 años obtenían el agua necesaria para los rituales, como explican Jesús Núñez y Sebastián Martínez, ambos de Ciruelos.
Esta roca, situada en el término municipal de Los Navazos en Ciruelos de Cervera, junto al Prado de Berros, donde existió un pueblo con el mismo nombre y un monasterio o priorato benedictino de San Mamés, que perteneció al monasterio de Santo Domingo de Silos, fue, seguramente, un altar de sacrificios hace 2.500 años, en la Edad de Hierro. Se cree que las gentes que habitaron esta zona hicieron sacrificios a los dioses para pedir o invocar su protección.
¿Por qué se piensa que este lugar fue un altar? De acuerdo con Jesús Núñez y Sebastián Martínez, que han investigado sobre este asunto, existen unas características comunes entre los altares célticos, que también se dan en el caso concreto de esta piedra. Se trata de una roca destacada en el entorno, con unas cavidades excavadas (llamadas lóculos) en la parte superior, donde se realizaban los sacrificios.
La peña se ubica junto a un arroyo desde donde obtener agua, necesaria, como en la mayoría de las religiones para ceremonias de purificación. Además, su disposición alargada hace que esté en línea con la puesta del sol, en el solsticio de verano. Las fuentes escritas (principalmente romanas) narran el desarrollo de los ritos paganos de las sociedades prerromanas.
El ritual comienza cuando el druida o sacerdote se lavaba las manos, signo de purificación. Para el sacrificio se degollaban a uno o varios animales (buey, cerdo, oveja, cabra…), derramando su sangre en el lóculo y de ahí después caía al suelo. Durante el proceso se hacían juramentos a los dioses, a los que ofrecían las vísceras. Finalmente, la carne se asaba y se comía en un banquete. Esta ceremonia, además de un acto religioso, era también un acto social y político.
Las sociedades prerromanas de esta época eran politeístas (doctrina de quienes creen en la existencia de muchos dioses). Estos rituales paganos se mantuvieron al menos durante 300 años después de que en el siglo IV el emperador Teodosio instauró el cristianismo como religión oficial del imperio romano.
A quienes nos gusta este tipo de investigación pensábamos cuando veíamos esta roca: ¿para qué pueden servir estos círculos que estaban excavados en la peña? Hasta que vimos la peña del pueblo de Gete y nos aclaró todo el enigma: eran los lóculos de un altar de sacrificios celta.
Jesús Núñez Izcara y Sebastián Martínez Núñez
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