Antes, el médico del pueblo era toda una autoridad. Hoy, casi casi es una especie en peligro de extinción. El doctor Carlos Hernando atesora una experiencia de más de 40 años, siempre en el medio rural y siempre en las provincias de Burgos y Soria. Habla sin tapujos: advierte que el relevo generacional de profesionales sanitarios rurales no está asegurado, que la reestructuración de la Junta de Castilla y León implicará el cierre de numerosos consultorios y que, pese a la teórica igualdad de derechos, esto no se cumple en los pueblos. En este panorama cobra aún más mérito que haya decidido seguir un año más y no jubilarse. Su deseo para la sanidad rural es que ayude a frenar la despoblación por algo muy sencillo: “La vida rural es muy bonita”.
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Carlos Hernando es el médico de Gumiel de Mercado y La Aguilera
– ¿Qué balance haces de estas cuatro décadas como médico rural?
– Exactamente son 42 desde que terminé la carrera en 1978. Es un balance positivo porque es algo que me gusta, pero a la vez lleno de cambios muy importantes dentro de la profesión de medicina rural.
– ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser médico rural?
– Lo mejor es el trato directo con los pacientes. De hecho, tienes un trato tan directo que aparte de lo meramente profesional, a veces haces una medicina con un componente social muy importante ya que les conoces muy directamente, conoces sus casas y prácticamente todo de ellos. Como negativo destacaría el aislamiento y la falta de medios.
– ¿Por qué crees que en estos momentos los médicos jóvenes no quieren ir a trabajar a los pueblos?
– Principalmente por la falta de incentivos. Es más incómodo, te encuentras más aislado y seguramente que si no hubiera un déficit como el que hay actualmente se llenaría todo. Pero si tienen donde escoger, se decantan por la parte más cómoda, que es vivir en una ciudad. Social y familiarmente se tienen más medios.
– ¿Cómo se les podría incentivar para revertir la situación?
– Pienso que puede haber incentivos económicos. De hecho, tiene que haberlos. Y luego algún incentivo de valoración, bien que puntúe algo más a nivel de oposiciones o de méritos profesionales. Todo esto tiene que ir acompañado de una planificación buena y, por supuesto, que en los pueblos existan más servicios de tipo complementario como pueden ser telefonía, internet, comunicaciones…
– Hablando de planificación, ¿hay disposición a hacer una buena planificación por parte de la Junta de Castilla y León?
– La planificación se debería haber hecho hace años. Un médico no se forma ni en dos años, ni en cuatro, ni en seis. La planificación viene de atrás. Ahora mismo resulta difícil que a corto plazo pueda haber más médicos, a no ser que haya una importación, por decirlo así, de otros países. Hubo una época en la que hubo muchos médicos y por falta de incentivos laborales, como puede ser contratos fijos o incentivos económicos, la gente se fue a otros países, de los cuales será difícil que vuelvan.
A nivel inmediato, hay que incentivar económicamente a los médicos rurales y aumentar las comunicaciones en los pueblos
– Las condiciones aquí no son tan buenas…
– Exactamente. Por eso, el déficit se compone de dos factores: los que se fueron y que es difícil que regresen y luego la falta de formación en cantidad en las facultades. Se tenía que haber planificado anteriormente. La calidad en cuanto a formación es muy buena, a nivel mundial está reconocida. Pero hay un déficit. Además, bastantes se jubilarán o nos jubilaremos muy pronto.
– ¿Por dónde habría que empezar la planificación teniendo en cuenta el retraso con el que se haría? ¿Por dónde meter mano a este problema?
– A nivel de las facultades, ya no podemos hacer algo inmediato. A nivel inmediato, hay que incentivar económicamente y aumentar las comunicaciones. Que el médico tenga más medios en los centros de salud y se encuentre en un grupo con ilusión para poder seguir formándose.
– ¿Cunde el pesimismo?
– Sí, porque en estos momentos la gente es bastante mayor y los más jóvenes tiran hacia ciudades. Así que sí, la medicina rural es pesimista.
– ¿Podría decirse que a la medicina rural llegan quienes no han podido optar a otras especialidades o verdaderamente quienes están en los pueblos lo han elegido?
– Ahora mismo el que puede irse a una ciudad se va. Antes no. Yo, por ejemplo, he podido estar muchísimas veces en ciudades, pero me gustaba más la medicina rural por el trato más directo y una medicina más directa con el paciente. Pero hoy día seguramente sí. Para ir a la medicina rural, como no se cambien ciertos incentivos, va a ser secundario, va a ir gente que en un porcentaje muy alto no puede ir a la ciudad.
– ¿Al menos está asegurado el relevo generacional?
– No, no. El relevo generacional ahora mismo no está asegurado. Pienso que a corto y medio plazo seguirá el déficit. No va a haber relevo. Es preocupante. El medio rural tiene unas características específicas, siendo los dos principales problemas el envejecimiento y la despoblación. Cada vez hay menos habitantes y, por tanto, también se necesitan menos médicos.
– La otra cara de la moneda es el cierre de consultorios rurales. Esto, sin duda, es la puntilla para muchos pueblos de toda Castilla y León.
– No cabe duda de que la falta de servicios, entre ellos el sanitario, influye en que la población se asiente en zonas urbanas. Es la pescadilla que se muerde la cola.
El relevo generacional ahora mismo no está asegurado. Es preocupante
– Actualmente trabajas en Gumiel de Mercado y La Aguilera. ¿Cómo es tu día a día?
– Mi zona básica de salud es Aranda rural, que engloba en torno a unos 40 pueblos. Somos 15 médicos y 10 enfermeras. El centro de salud que actúa como cabecera se encuentra en Aranda de Duero. La jornada comienza yendo al centro de salud a las 8 de la mañana. Nos reunimos, a veces vemos a pacientes… Después, en torno a las 9 o 10 comienzas tu ruta por los consultorios locales.
En Gumiel paso consulta todos los días y en La Aguilera tres días. Terminas sobre las 3. Ahí finaliza la jornada ordinaria. La gente que hace guardias, a partir de las 3 comienza la jornada de atención continuada en Aranda. Este servicio se hace en conjunto Aranda rural y Aranda urbano y abarca desde las 3 de la tarde hasta las 8 de la mañana del día siguiente.
Por supuesto, quien ha hecho guardia libra el día de después y el trabajo de sus consultorios lo asume un compañero de los pueblos de alrededor. Cuando había más médicos ponían sustitutos para las épocas de vacaciones. Hoy, como no hay, los compañeros se tienen que encargar del trabajo de la persona que libra y añadirlo a su trabajo habitual, bien sea total o parcialmente. La carga de trabajo nos ha aumentado considerablemente. También nos ha subido en el sentido de que al agravarse la despoblación se han ido recortando puestos de trabajo. Yo he llegado a conocer 22 médicos y ahora somos 15, así que he visto desaparecer siete plazas en unos 20 años.
– Hay que decir que tienes 65 años y que podrías estar jubilado.
– Sí, he optado por seguir un año más. Me encuentro bien. Hubo una época en la que se obligó a los que tenían 65 años a jubilarse. Fue una política que hizo la Consejería de Sanidad. Mucha gente que quería haber seguido se tuvo que jubilar obligatoriamente. Luego revocaron esa ley y actualmente te puedes jubilar voluntariamente o continuar hasta los 70, siempre que anualmente pases un examen de salud.
– ¿Qué consejos les das a los médicos más jóvenes?
– Mi consejo mayor es que disfruten con la profesión porque si no esta profesión quema mucho. Si no disfrutas con ella, no aguantas. Aparte de tratar mal a la gente, tú mismo tiendes a quemarte.
– Antes de estar en Gumiel de Mercado y La Aguilera, un pajarito me ha contado que trabajaste dos años en urgencias en Aranda. ¿Cómo era aquello de que solo hubiera un médico para todo el servicio de urgencias?
– Estuve en medicina hospitalaria en el hospital de Aranda. Fueron casi cuatro años. El hospital de entonces no tiene nada que ver con el actual tanto en medios materiales como profesionales. Era un hospital comarcal como es hoy, pero con una diferencia de número de profesionales (auxiliares, enfermeras, médicos, celadores…) que no tiene nada que ver. La sociedad entonces exigía menos servicios que actualmente. Hoy habría sido imposible. Había 10 veces menos de profesionales. Las exploraciones complementarias que se hacían tampoco tenían nada que ver. Actualmente se hace mejor medicina.
He podido estar muchísimas veces en ciudades, pero me gustaba más la medicina rural
– Después de Aranda, subiste a Briviesca.
– Estuve otros cuatro años. Saqué unas oposiciones de asistencia pública domiciliaria. Éramos funcionarios civiles del Estado, luego pasamos a la comunidad autónoma. Yo cogí la zona de Briviesca. Estando allí pasamos a depender de la Junta de Castilla y León. Todavía era medicina individualizada, no había centro de salud, entonces cada uno tenía su zona, sus cartillas y sus pacientes. En común solo hacíamos las guardias de fin de semana: desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana. Guardias, por cierto, que no eran remuneradas. Nos juntábamos cuatro o cinco para poder tener un fin de semana libre.
Luego ya hubo otro concurso de traslado y me trasladé otra vez a la Ribera del Duero, concretamente a Langa, el primer pueblo de Soria. Allí estuve seis años. Estando allí nos integraron en el centro de salud de San Esteban de Gormaz. Por las mañanas iba al centro de San Esteban y hacía guardias tanto en San Esteban como en Langa. Seis años después, en el siguiente concurso de traslado, pedí Aranda rural y cogí Gumiel de Mercado. Fue en el año 93. Es decir, llevo allí 27 años. Desde hace cinco, al jubilarse el médico de La Aguilera, me hice cargo también de ese pueblo.
– Así que los vecinos de Gumiel y La Aguilera estarán temblando solo de pensar que te puedes jubilar…
– El día que me jubile, no tienen tan seguro de que eso seguirá como hasta ahora. Puede ocurrir que metan a un interino y todo siga igual o puede ocurrir que no haya gente y se lo acumulen a un pueblo vecino, con lo cual la frecuencia de consultas disminuiría. Podría darse el caso de que con la reestructuración que planea la Consejería de Sanidad esto cambie. No sé cómo va a terminar.
Los planes que tiene la Consejería ante la despoblación y el déficit sanitario es hacer una reestructuración basada en tres tipos de consultorio: habría un consultorio en la cabecera de comarca, donde siempre habría un médico o dos o los que correspondan y se haría la atención continuada (las guardias); el segundo nivel serían consultorios agrupados, similares a los colegios rurales agrupados, que tendrían una consulta diaria y se dotarían con más medios; y el tercer nivel serían los consultorios de proximidad.
Dicen que no van a desaparecer, pero no cabe duda de que los médicos irían lo mínimo. No habría consulta a diario en municipios de menos de 50 habitantes. 100 habitantes sería un día a la semana. Para que todo esto funcione es necesario implantar un servicio informático ágil y rápido. Todavía hay muchos consultorios offline. Vamos con portátiles, no estamos en tiempo real, luego hay que sincronizarlos… En algunos sitios el programa que usamos es realmente lento y se bloquea muchas veces.
– ¿Se puede ejercer la medicina a distancia?
– Algunos casos se podrían resolver. También es verdad que es muy difícil implantar estas medidas por el tipo de población que tenemos, muy envejecida. Hace años se intentó poner la cita previa y muchas personas no se aclaraban, por lo que terminaban haciendo consultas a demanda.
– ¿Una reestructuración de este tipo no va a acabar ‘cerrando’ muchos pueblos?
– Seguramente que sí. Es difícil que la Junta reconozca de entrada el cierre de ciertos consultorios, pero hay muchas zonas con poblaciones inferiores a 50 habitantes, por ejemplo, en el norte de Burgos, en las que el médico va a dejar de ir al consultorio. Será a demanda. Todo esto va a cambiar y ahí seguramente esos consultorios terminarán desapareciendo, aunque digan que no (la Junta).
– ¿Os han consultado los técnicos que están diseñando esta reestructuración¿ ¿Tienen en cuenta la voz de los médicos rurales?
– Hasta ahora no. Yo no conozco a nadie que le hayan consultado. Incluso los sindicatos se quejan de que no les han consultado. Lo hacen meramente en plan técnico y un poco ateniéndose al personal que tienen y a las características de la población. Los colegios de médicos también se han quejado.
– ¿Eso genera frustración?
– Sí, sí. Ellos dicen que tienen que actuar con lo que tienen y que no hay más mimbres que los que hay para sacar adelante la asistencia sanitaria.
Aunque todos somos iguales, la realidad es que los derechos están disminuidos a nivel rural
– ¿Sientes que muchas veces prima la gestión económica frente a la igualdad de derechos independientemente de donde vivamos?
– Totalmente. Si nosotros comparamos la igualdad de derechos a nivel rural y urbano no cabe duda de que en lo rural hay un déficit mayor. Aunque todos somos iguales, la realidad es que los derechos están disminuidos a nivel rural.
– Después de oír todo este panorama, tiene todavía más mérito que hayas decidido continuar como médico rural.
– Me encuentro bien y es algo que me gusta. No me doy ningún mérito.
– Carlos, si nos remontamos aún más en el tiempo, hay que decir que estudiaste Medicina en Valladolid y que estuviste a punto de empezar la carrera con 16 años…
– Pues sí, es verdad. Fue un poco adelantado. Empecé demasiado joven. Igual tenía que haber empezado más tarde y me lo habría pasado mejor. El caso es que terminé la carrera a los 23 años. Entonces no había problemas de trabajo. Mis dos primeros pueblos fueron Villatuelda y Terradillos. Acabé los estudios en junio y en julio ya estaba allí trabajando, hasta septiembre porque luego en octubre me tocó hacer la mili. Había estado con prórrogas. En estos pueblos no había centro de salud. De pronto, te encuentras tú solo ante el peligro. Tenía que hacer de médico, enfermería… Tú solo las 24 horas durante todos los días de la semana.
– ¿Recuerdas a tu primer paciente?
– Perfectamente. Me había examinado por la mañana del examen de licenciatura en Valladolid y por la tarde me tuve que ir corriendo a pasar consulta. Había una señora esperando en la puerta y me dijo: “Tiene que venir a cambiar la sonda a mi padre”. Fui con ella a cambiarle una sonda vesical que tenía permanente. Al verme tan joven, la señora me preguntó si sabía cambiarla. Me pidió que tuviera cuidado porque otro médico le había causado una hemorragia. Se la cambié bien, pero la mujer estuvo con los cinco sentidos. Me decía todo lo que tenía que hacer por si no lo sabía. Me veía tan jovencito que no se fiaba.
– Cuando acabaste la carrera no había el MIR que conocemos ahora…
– Justo se implantó al año siguiente. Existía una forma de especialidad que era colegiarte y estar dos años de ayudante de un especialista. A los dos años te daban el título de especialista. Después ya empezó a funcionar el MIR y las especialidades tienen que ser vía MIR.
Con la reestructuración de la Junta todo va a cambiar y seguramente muchos consultorios terminarán desapareciendo
– A todo esto, ¿de dónde te viene la vocación?
– Pues no lo sé, la verdad. Siempre me ha gustado. Creo que es algo inherente.
– Lo que sí has sabido es transmitir esa vocación a tu hijo, que también es médico.
– Lo ha vivido desde pequeño, pero curiosamente Carlos de pequeño no quería ser médico. Fue un poco más tarde. Hasta los 15 o 16 años decía que no.
– ¿Qué sentiste cuando se matriculó en Medicina?
– Sentí satisfacción. Si te gusta tu profesión, estás orgulloso de que tus hijos hagan lo mismo. También le dije los pros y contras. Al menos intenté expresárselo.
– Si tuviésemos aquí una varita mágica y pudieras pedir un deseo para la sanidad rural, ¿cuál sería?
– Mejoría y, sobre todo, que sea un servicio importante, que no desaparezca y ayude a que la despoblación no exista. Que sea una ayuda para que se mantenga la población o incluso aumente porque la vida rural es muy bonita.